Como cada año, la llegada de la vendimia y las primeras lluvias otoñales anuncian el arranque de las fiestas grandes de nuestro municipio. Ser el pregonero de las fiestas de mi pueblo es un honor, pero, al mismo tiempo, supone un importante reto por el profundo respeto y cariño que le tengo a Santa Úrsula.

He tenido la suerte de nacer y crecer en un municipio que ha marcado mi carácter. Es difícil hablar de Santa Úrsula y no pensar en su legado cultural, en su olor o en sus paisajes. Pero Santa Úrsula no es sólo su gastronomía, su vino o su monte. Sin duda, el mayor tesoro que conservamos reside en su gente. En esta ocasión, permítanme que mis palabras vayan dirigidas a todos esos jóvenes santaursuleros que cada día ansían alcanzar sus metas. Tenemos la suerte de contar con gente preparada, luchadora y con talento. Jóvenes que destacan diversas disciplinas a base de tesón y esfuerzo. Creo que ésta es la inversión más poderosa de nuestro municipio, un futuro en el que debemos creer y por el que merece la pena apostar.

Las fiestas de octubre son una ocasión para celebrar nuestra identidad. Son una oportunidad para el reencuentro y para ser partícipes de la cultura viva de Santa Úrsula. Que estos días de fiesta nos sirvan para disfrutar de nuestro pueblo y para recordar todas esas razones por las que, los que hemos nacido aquí, no cambiamos nuestro municipio por ningún otro lugar.

Me despido, de corazón, deseándoles unos días llenos de felicidad.

¡Nos vemos en las fiestas!